Reportajes Kōbai KRUDO Ernesto Monsalve Pino Nicole Tenorio Polo 10 de Diciembre de 2025 El texto relata el surgimiento de KRUDO, un encuentro de Butoh en Bogotá que abre un espacio para explorar su eco en Colombia. Desde una búsqueda íntima y comunitaria, artistas investigan memoria, dolor y resistencia a través del cuerpo. KRUDO mapea una práctica mestiza y territorial, inspirada en la línea Hijikata–Murobushi, y evidencia cómo el Butoh funciona como archivo vivo, gesto ético y lenguaje poético frente a la violencia. Link copied to clipboard “Arrancar la oscuridad desde el interior de su propio cuerpo y comérsela.” Tatsumi Hijikata [Shibusawa, T. (1987). Entrevista con Tatsumi Hijikata: Hijikata y el Butoh: arrancar la oscuridad de la carne.] Después de dieciséis años de haber conocido el Butoh de la mano del maestro Kō Murobushi, de dejar que el vacío habitara mi cuerpo, que la angustia del silencio se hiciera canto, y de ver, una y otra vez, a mi madre azotarse contra el piso con un estruendo butohka ilógico, irreverente y demás valiente, sentí la necesidad imperante de abrir un espacio. Un espacio en el que ese eco que venía expandiéndose de adentro hacia afuera encontrara, por fin, una reverberación del afuera hacia adentro.¿Qué está pasando con el Butoh hoy en Bogotá y en el resto del país?¿Cómo reconocernos como comunidad quienes nos acercamos a esta danza tan profundamente humana, que revuelve las entrañas hasta el trasboco?¿Cómo propiciar un espacio fértil y de reconocimiento a la labor que mi madre ha sostenido durante todos estos años, investigando esta danza y su convergencia con otras disciplinas —la ciencia, la filosofía, la existencia misma—? En la imagen: Alejandro Torres. CMPR. Fotografía por Ernesto Monsalve Pino Una tarde insospechada, junto a Brenda Polo, mi madre y potente Butohka colombiana, se nos ocurrió abrir un espacio que convocara al cuerpo en crisis al encuentro. Una grieta en el camino para poder escampar y abrazarnos, aunque sea efímeramente, como comunidad en medio del olvido y la guerra.Nos interesó crear una plataforma en la ciudad que nos permitiera descubrir cuál es el eco del Butoh hoy, y al mismo tiempo ofrecer un espacio para que ese eco resuene en un coro poético y profundamente conmovedor: el coro de los cuerpos que se disponen ante el horror, la desolación y la muerte, para transformarlos en luz, en hálito de esperanza. Frente al estadio de la cotidianidad, donde otros cuerpos se sientan a observar, el Butoh —ese temblor compartido— nos permite hacer juntas una catarsis de fiesta.En ese contexto surge KRUDO: Primer Encuentro Experimental de Danza Butoh en Bogotá, un dispositivo de creación, diálogo y visibilidad que abrió espacio a artistas y practicantes de diferentes territorios para habitar la ciudad desde una fisura corporal y simbólica. Bajo el lema “La carne: materia sagrada”, KRUDO se consolidó como un territorio de experimentación donde lo inacabado, lo gestante y lo que aún no tiene forma encontraron lugar y lenguaje. Convergencias Butohkas. Brenda Polo. CMPR. Fotografía por Ernesto Monsalve Pino Un mapa de pulsiones El encuentro partió de una convocatoria abierta a la que respondieron sorpresivamente 22 personas provenientes de Bogotá, Medellín, Cali, Neiva, varios municipios de Cundinamarca y una de Hong Kong. De ellas, nueve propuestas fueron seleccionadas para presentarse a lo largo de tres meses en los que KRUDO habitó la ciudad con laboratorios, performances y una gran acción colectiva: el FlashMob del 30 de agosto, Día Internacional de las Víctimas de Desaparición Forzada. Flash Mob Fotografía por Ernesto Monsalve Pino Durante este proceso se realizó un primer mapeo del estado del arte del Butoh en Colombia, un ejercicio de escucha y observación que permitió reconocer las tendencias y singularidades de esta comunidad emergente. De esa investigación surgieron hallazgos reveladores: la mayoría de participantes llegó al Butoh por intuición corporal o necesidad vital, no por formación académica. Es decir, el Butoh aquí se encarna desde una urgencia existencial y no técnica. Se vive como un lenguaje de la memoria y la pulsión, un modo de tramitar la vida desde el cuerpo.Se evidenció además una conexión fuerte con la línea Hijikata–Murobushi, sin dejar de lado influencias como Kazuo Ohno, Akihito Ichihara, Brenda Polo o Conan Amok, en un tejido híbrido que une Japón y América Latina. Esta genealogía mestiza habla de un deseo de honrar la raíz sin petrificarla, de dejar que el Butoh se tropicalice, se vuelva selva, piedra, resistencia.La cartografía también reveló un Butoh profundamente territorial. En Colombia, el cuerpo no se mueve en el vacío: la ciudad y la tierra se viven como cuerpo expandido, como piel que recuerda la historia y las violencias. La práctica dialoga con otras voces del cuerpo, con las calles, con las luchas sociales, con el duelo y la esperanza. Lo crudo como territorio KRUDO nació precisamente desde esa conciencia: la de un cuerpo en tránsito, un pensamiento en ebullición, un arte que no busca la forma acabada sino el proceso vivo.Su nombre, escrito con K, evoca lo indómito, lo visceral, lo que aún no ha sido cocido por la norma. En ese sentido, fue una plataforma sensible de investigación colectiva, un espacio para compartir preguntas más que respuestas.Los laboratorios abiertos al público permitieron a personas sin experiencia previa acercarse a la práctica del Butoh, explorando el temblor, el silencio, la lentitud y la potencia del gesto como herramientas de autoconocimiento y vínculo. Estas sesiones culminaron en el FlashMob, una acción performática realizada en la Plaza de Bolívar, frente al Palacio de Justicia y la Casa de Nariño. Allí, en el corazón político de la capital, los cuerpos se movieron al unísono en una ofrenda poética por las víctimas de desaparición forzada.Esa acción —tan contenida como visceral— recordó que el Butoh no solo es una práctica estética, sino un instrumento para hacer memoria. En un país que convive con la desaparición y el silencio, hacer del cuerpo un archivo en movimiento es un gesto político-espiritual. KRUDO encarnó ese gesto: la carne como materia sagrada, la danza como rito de memoria. Convergencias Butohkas. Semillero Butoh. Casona de la Danza. Fotografía por Ernesto Monsalve Pino Hacia una cartografía latinoamericana del Butoh El Butoh llegó a Colombia hace más de una década, pero es en los últimos años cuando comienza a consolidarse una línea de transmisión propia, atravesada por lo local y lo contemporáneo. Lo que se observa es una práctica viva, indisciplinada y mestiza, que se nutre de la filosofía oriental, la corporalidad indígena, la performance política, la danza urbana, contemporánea y los lenguajes del sur. Esa hibridez es su fuerza. En lugar de reproducir un canon japonés, el Butoh en Colombia dialoga con su propio territorio, con su memoria de guerra, con sus raíces afrodescendientes y campesinas, con la pluralidad de cuerpos que buscan reconciliarse con la vida a través del movimiento.KRUDO visibilizó esta comunidad en expansión, donde confluyen artistas, performers, terapeutas, pensadores y buscadores del cuerpo. Lo cual nos permitió entender el Butoh no como técnica, sino como pensamiento encarnado, una manera de filosofar desde la carne, de poetizar desde la herida, de resistir desde la presencia. La vigencia del temblor ¿Por qué hablar del Butoh hoy en Colombia?Porque sigue siendo necesario recordar que hay cuerpos que desaparecen y cuerpos que resisten. Porque frente a la saturación de imágenes y discursos, el Butoh devuelve silencio, lentitud y respiración. Porque aún cuando la violencia borra, el cuerpo puede escribir de nuevo. KRUDO dejó una huella: un tejido de afectos, de memoria y de futuro.Demostró que el Butoh no pertenece a ningún país ni a ningún tiempo, sino a la necesidad humana de reencontrarse con lo esencial. Su vigencia no está en su técnica, sino en su potencia ética: la de ir adentro y mirar de frente lo que duele mientras se sigue danzando. Quizás el Butoh en Colombia sea hoy esa tierra fértil donde la memoria raíz nos permite atravesar el miedo y reconocernos en el ciclo incesante de la muerte y el renacimiento. Convergencias Butohkas. Paola Corre y Yin Lau. Casona de la Danza Fotografía por Ernesto Monsalve Pino End of the article Más en esta categoría Reflejos y destellos del Espejo Japonés Leer más Su Majestad el Emperador del Japón recibe las credenciales del Embajador de COL Leer más Hanami: el arte de admirar la flor de cerezo Leer más Un japonés en el Casanare Leer más Susurros de Japón en los Andes: cuando el anime tejió la realidad colombiana Leer más Shinrin-yoku: caminando entre montañas y niebla Leer más Contenido relacionado Listen to Aquí Asia - 5 de julio de 2025 - Krudo: la danza experimental butoh ll... Listen to Aquí Asia - 5 de julio de 2025 - Krudo: la danza experimental butoh llega a Bogotá by Javeriana Estéreo 91.9 FM on desktop and mobile. Read more